Se trata de los Zapp, conformada por una pareja y sus cuatro hijos. Hace casi una década y media, viajan en un auto de 1928. Volvieron al país para pasar Las Fiestas y para renovar el carnet de conducir pero no le permiten hacer el trámite. Trabas burocráticas para la vida itinerante.

Tenemos pasaje para viajar a Kenia, a fines de enero. Allí buscaremos el auto, en el taller donde está y luego subiríamos hasta Egipto. La idea es atravesar el desierto del Sahara cuando las temperaturas son más bajas y luego entrar a Europa en verano. Fuimos, como en oportunidades anteriores, a la oficina de Pilar de Licencias de Conducir y nos informaron que, según una nueva disposición, el carnet se puede renovar sólo hasta un  mes antes de vencerse y el nuestro recién vence en junio, pero debemos partir a fin de mes”, remarca Herman Zapp (46), quien, junto a su mujer Candelaria (44) y sus cuatro hijos, viaja a bordo de un Graham Paige de 1928, hace 15 años, por todo el mundo. Lo que empezó como un sueño de a dos se terminó convirtiendo en un forma de vida y hoy ya son una verdadera familia nómade. De hecho cada uno de sus pequeños nació en un lugar distinto del planeta: Pampa  (12, Estados Unidos), Tehue (9, Argentina), Paloma (7, Canadá) y Wallaby (5, Australia).

En su vehículo, al que bautizaron Macondo en honor al mágico pueblo inventado por Gabriel García Márquez, ya recorrieron cuatro continentes: América, Asia, África y Oceanía. Pero esta aventura de más de 250.000 kilómetros se encontró con un parate burocrático que amenaza (o al menos dificulta) la continuidad del sueño que no sólo es de ellos sino multitudinario. Es que sus fans se sienten un poco parte de esta utopía que ellos supieron construir.

Los Zapp cuentan con miles de seguidores en su página de Facebook Atrapa tu sueño, tal como se llama el libro que escribieron contando ese primer viaje iniciático que los marcó de por vida. En el texto, que ya va por su décima edición, cuentan, entre otras cosas, cómo fueron superando cada uno de los obstáculos que se les presentaron en el camino. Seguramente esta traba no será la excepción. Como siempre hicieron en su trayecto, fueron difundiendo sus necesidades y siempre salieron adelante. “Al final todos los problemas se resuelven, el camino provee las soluciones”, es la frase amuleto de Candelaria. Y añade: “Hay que confiar en la gente”. Por eso, una vez más, recurren a contar su historia para ver si se puede hallar su oasis antes de entrar al desierto del Sahara.

“El Director de la oficina de Pilar, Daniel Aranzasti, nos dijo que no se puede hacer porque el sistema no se lo permite. Después nos comunicamos con la Oficina de Política de Seguridad Vial, en La Plata, y nos dijeron que sólo se puede hacer esa excepción con diplomáticos y estudiantes y eso es lo que justamente creemos que somos. El primer día que salimos de Argentina a realizar este viaje, el encargado de Aduana de Mendoza nos nombró como embajadores de nuestro país. Cada día, en el camino, con mucha felicidad, honor y orgullo cumplimos ese rol. Y sin duda fuimos y somos estudiantes. Hemos compartido en nuestro libro y en las redes todo lo que aprendimos”, subraya Herman. “No estamos pidiendo que se viole la ley para hacernos un favor, no estamos pidiendo algo ilegal, o que le produzca un daño a alguna persona, sólo estamos pidiendo que nos renueven el carnet de conducir para poder seguir. No es un capricho, lo necesitamos con urgencia por los tiempos que requiere cruzar el Sahara y Europa y teniendo en cuenta que el auto no va a más de 50 kilómetros por hora”, concluye Herman.